miércoles, mayo 24, 2006

Esquivando marrones

El pequeño reloj de Windows en la esquina inferior derecha marcaba las 14:08 del miércoles. Ocho minutos extra de trabajo, no demasiado pesado, es cierto, que de ninguna manera iban a remunerarnos. Free work, horas extras, trabajo por la cara. Ocho minutos no son nada comparado con las horas de más que los trabajadores de Currilandia, la consultora que me paga el sueldo, curran a menudo. Pero aquí el que no corre, o vuela, o le come el león que viene detrás.
Muchos días, Telecucho y yo hacemos más horas de las que deberíamos, por aquello de tener futuro en la compañía. Dedicación, eficiencia y atención son cualidades que valoran mucho. Atención no nos falta. Como iba contando, a las 14:08 uno de los jefes sentado en las mesas detrás de mi puesto, recibe una llamada telefónica. Evidentemente, solo podíamos escuchar una parte de la conversación, la suya. Lo que decía el tipo al otro lado de la línea nos lo imaginábamos.
- ¿Dígame? Sí, soy XXXX (ejercicio: sustituye las x por el nombre de tu jefe)
- ¿Cómo? ¿Que no funciona?- comenta alarmado
- Eso es imposible. Antes de ayer funcionaba- Chico, antes de ayer funcionaban muchas cosas. Aquello iba bien, ya ves. Pero ha pasado mucho tiempo, (dos días), y las cosas se rompen. Especialmente si gente como yo las anda tocando.
- Venga, pues el viernes a primera hora tiene que estar listo- Sí claro. En dos días arreglamos el problema, y de paso, acabamos con el hambre en África.
- Eso, entre hoy y mañana por la noche.-
Y dale, ¡qué prisas! Por la noche dice. Pobre del desgraciado al que le toque.
- Tiene pinta de ser una tontería con fácil solución.- Narices. No tengo ni idea de lo que se ha roto, pero lo que dices suena a frase hecha. Nada es imposible para quien no va a tener que hacerlo. Apuesto a que el marrón podría usarse para escribir un poema épico.
- No, hombre, no lo hagas tu. Mejor que lo hagan elamigodeunamigo o Telecucho.

¡ALERTA ROJA! Telecucho dejó de teclear y me miró alarmado. El jefazo pensaba endilgarnos el marrón, y encima por la espalda. Con alevosía y premeditación. ¿Nos tocaría a nosotros? ¿Batiríamos nuestro record de horas extras? Con el corazón en un puño y la respiración cortada, pensamos por un momento en afrontar como hombres lo que nos quisieran mandar. Sí. Cumpliríamos con nuestro deber, solucionando el problema para mayor gloria de nuestra empresa.

Un instante después estabamos recogiendo los trastos para salir de allí pitando. Cerramos los portátiles, y nos largamos como alma que lleva el diablo, antes de que nos pudieran asignar el trabajo. La gloría para otros, yo me voy a mi casa que me gusta comer caliente. La moraleja de esta historia es, que poner atención en tu trabajo, puede ser cojonudo.

Y vosotros, ¿también hacéis horas extras solucionando problemas?

sábado, mayo 20, 2006

Los guardaespaldas


Tipos fuertes, trajeados, con pinta de pocos amigos y mucho mal genio. Sonrisa torcida, pelo rapado al uno y una pistola bajo el sobaco. Así nos imaginamos que son los guardaespaldas, personas encargadas de defender a políticos, ricachones y demás fauna. Yo nunca he llevado escolta, excepto en una ocasión, hace cosa de dos años, y fue por cachondeo. Intentaré recordarlo.

Una noche cualquiera, Speeky, Anthony, Almanar y yo, decidimos hacer el gamba, pero de una manera especial. Aprovechando que los tres son tipos grandotes y que un servidor nunca he ido sobrado de hormona del crecimiento, representamos una actuación por bares pachangueros. Ellos eran los guardaespaldas, y yo, un pijo rico al que debían de proteger. ¿Difícil de conseguir? En absoluto.

El vestuario, cuidado hasta el más mínimo detalle. Chaquetas de traje para ellos, y un polo de marca para mí. Gafas de sol para acentuar la cara de mala leche a las dos de la mañana, y un auricular con un cable en la oreja, para dar el pego. Que el pinganillo de la oreja de Almanar fuera de un teléfono Nokia, era lo de menos. Haciendo un esfuerzo para no descojonarse de la risa, aparentaban estar en tensión, mientras que yo ponía cara de estar hastiado, como si salir rodeado por tres gorilas fuese algo habitual.

Al cabo de diez minutos, todos estábamos en el papel. Tras entrar en un pub, comenzaba a bailar en el centro y ellos se quedaban quietos alrededor mío, formando un círculo al que ningún tipo podía acercarse sin una mirada reprobatoria. Nunca he tenido tanto sitio a mi disposición en el Sánchez, lugar de malotes por excelencia y donde no podíamos dejar de ir un día como aquel. Asustados por los escoltas de un niñato que bailaba en la pista, los malotes se apretujaban para no molestarnos.

Lo mejor estaba por llegar. Mientras daba vueltas a mi vodka con limón, oí que Anthony se presentaba a dos chicas y les decía que estaba trabajando.

- Soy de seguridad chicas. Esta noche hago de escolta y no puedo beber en horas de trabajo. – Muy bien, Anthony. Tres mentiras en solo dos frases. Se van a dar cuenta en cuanto te huelan el whisky que te has tomado.
- ¿en serio? ¡Escolta! ¿Y a quién defiendes? – preguntó la más ingenua.
- Al hijo de mi jefe, que es ese. Además, es el dueño de este bar-

Dos pares de ojos me miraron con la curiosidad de quien ve a un famoso o a un millonario. Les saludé haciendo un gesto con la cabeza. ¿Cómo saludan los millonarios? ¿y los millonarios farsantes? Eso no estaba en el guión y me temía las consecuencias.

- Skeepy, tío, alerta roja. Estas tías se creen que soy el dueño del bar y van a pedirme que les invite a copas. Menudo marrón.
- Tranquilo. Acabo de hablar con el camarero. Es colega mío y le he dicho a que no las haga ni caso. Nos seguirá la corriente, está en el ajo.


Sabiendo que el de la barra estaba de nuestro lado, la trola podía continuar. Almanar y Skeepy continuaban hablando de su vida ficticia como guardaespaldas. La más lista de las dos, no tardó en llegar con una brillante idea.

- Así que este bar es tuyo. Nos podías invitar a unas copas-
- El bar no es solo mío. Es de más gente. Corporativismo. Así distribuimos ganancias y perdidas. Y, lamentándolo mucho, la política es no invitar a nadie
.- ¡Ajá!, la chica puso cara de no entender la palabra corporativismo. Por suerte entendió lo de “no invitar a nadie”. Empezamos una conversación en la que ella me dibujaba como el hijo de algún magnate. La seguí el rollo.

Un par de horas después salimos de allí con dos nuevos teléfonos en la agenda, muchas copas y muchas más carcajadas aguantadas. Skeepy, Anthony y Almanar hicieron el papel de sus vidas. Soberbios.
La ventaja de no ser un golfo, es que cuando, ocasionalmente, un día haces el sinvergüenza, te lo pasas muy bien. Y vosotros, ¿ también os habéis hecho pasar por famosos, guardaespaldas, periodistas...?

sábado, mayo 13, 2006

Mi club de fans (2ª parte)

(Voz en off) Anteriormente, en elamigodeunamigo, nuestro protagonista había recibido una misteriosa llamada. Marta, una misteriosa chica con intenciones de poco misterio y mucho puterio, llamaba para concertarme una cita con otra amiga. ¿Quién será la incauta? ¿tendrá gafas? ¿usará sombrero? El Quién es Quién en versión moderna acaba de ser inventado.

En la vida hay tragos difíciles. Tragos, no
trasgos. Los trasgos, (duendes), no existen. Algunos tragos no deberían existir, como los trasgos. Pues bien, uno de los que no deberían haber existido fue el traguito de cerveza que me caía por la garganta en el momento de descubrir la identidad de Marta.

Marta era una chica que conocía a alguien que quería verme. Hasta aquí todo correcto. A partir de ahora, el resto se tuerce. Resultó que ese alguien era ese, no esa. En efecto, un chico. Y no se crean que para ligar conmigo, no. Para matarme, ni más ni menos. Quizás incluso más aún. ¿por qué?, - preguntarán algunos-. ¿Y por qué no?- preguntarán otros. Pues porque el tipo pensaba que me estaba beneficiando a una amiga mía, su ex novia Nica. Bastante difícil, teniendo en cuenta que nos separan cuatrocientos kilómetros. El pobre debía de pensar que tengo la cola larga como un
gaseoducto

No se crean ustedes que me encontraba ante la típica situación de celos, fácilmente resoluble. ¡Ni mucho menos! Resumiendo la situación, quedaría así:

Chica conoce chico. Chica comienza a salir con chico. Chica planta a chico, y éste comienza acosarla y amenazarla. Juez dicta orden de alejamiento de trescientos metros contra chico. Chico redobla sus intentos, hasta que la policía amenaza con tomar cartas en el asunto.

Por otro lado, el tipo en cuestión, al que no he visto en mi vida, es oriundo de una de las barriadas de Alicante más conflictivas. La cantidad de navajas y pistolas allí solo es superada por la cantidad de droga que se mueve a diario. Mirando el lado positivo puedo elegir entre un disparo o una cuchillada como motivo de mi muerte. La mayor parte de los asesinados no tienen esa opción.

Soy alérgico a los disparos y me pongo enfermo si veo una gota de sangre. ¿Qué me aconsejáis que elija?

Por cierto, Marta era la hermana del tipo, quien había preguntado a mis amigos por mi número de teléfono. Una lástima, tendremos que dejar mi Club de Fans para otra ocasión. Mi gozo en un pozo. Esperemos que Nica y yo no acabemos también en un pozo.

sábado, mayo 06, 2006

Mi club de fans (1ª parte)


¿Quién no ha soñado alguna vez con tener admiradores secretos? Dormitaba yo en el asiento trasero de un coche con dirección a la playa, cuando me sobresaltó una llamada del móvil poco habitual. En la pantalla aparecía un número desconocido, con un prefijo de la costa este española.

- ¿Dígame?
- Hola, eres elamigodeunamigo, ¿verdad?
- Sí, el mismo. Y tu eres...
- No me conoces. Verás, me llamo Marta y tengo una amiga a quien conociste en una discoteca en Elche. Es muy tímida, y tiene ganas de verte. Quería preguntarte si vas a venir por aquí este puente.


En ese momento, me pareció ver rodar sobre la alfombrilla del coche dos pequeñas esferas. Eran mis huevos, que se me habían caído del susto. Aún faltaban doscientos kilómetros para llegar a la playa y el plan ya estaba encarrilado. Sin mover un dedo. La cosa pintaba bien.
Rápidamente pasé mentalmente revista a las chicas con las que había intentado ligar el verano pasado. Diablos, ¿por qué el cerebro no las almacena por orden alfabético? Serías más fácil. ¿Julia, María, Leticia? El caso es que tenía un vago recuerdo de aquella noche, mezcla de indigestión por comida china y música repetitiva en una disco medio vacía. Ninguna imagen, ni nombre disponible. Daba lo mismo. La tal Marta insistió en que la llamara si aparecía por allí.

Como decía, tenía doscientos kilómetros por delante; casi dos horas de viaje para pensar quién podía haber llamado, jugando a ser Sherlock Holmes. Lo primero era poner la llamada en cuarentena. “La llamada es falsa hasta que se demuestre lo contrario”. Principales sospechosos, mis amigos. La teoría no se sostenía, porque el prefijo era de otra zona, (precisamente de donde decía ser la tal Marta, Elche). Podía tratarse de un error... ¿ y entonces a qué venía lo de la discoteca? Si Holmes hubiese razonado así, Watsón le habría abandonado y habría montado una mercería. Visto que mis razonamientos detectivescos no llevaban a ningún lado, decidí realizar una actividad más provechosa: a dormir, y cuando llegue, que sea lo que Dios quiera.

Al llegar, comenté el tema de pasada. No sería el primero que cuenta esas cosas emocionado, y sus colegas se ríen de él por pardillo. Para mi sorpresa, estaban tan alborotados como los ejecutivos de Wall Street un lunes a primera hora. ¡La misma chica les había llamado pidiéndoles mi número!

Mientras mi orgullo y autoestima se elevaba hasta máximos nunca antes conocidos, pensaba en montar un club de fans, con grandes focos iluminando la entrada y un ejercito de paparazzis y lameculos en la puerta. Sin duda, aquella primera llamada era el comienzo hacia un éxito sin precedentes entre el público femenino.
Un par de horas después, el gabinete de crisis, formado por amigos de ambos generos, muchas cervezas y el afectado en cuestión, (yo), debatían sobre como resolver el problema. ¿Quién es la amiga de Marta? ¿Existe Marta? ¿Necesitas inventarte esas cosas para llamar la atención?

Para mi desgracia, la idea del club de fans no iba a durar mucho. Alguien con perversas intenciones se había hecho pasar por Marta, y... (nótense los puntos suspensivos para generar intriga)
CONTINUARÁ