domingo, abril 02, 2006

casas rurales

¿Necesitas unas vacaciones? ¿Desconectar de la oficina, el trabajo, las clases, tu familia y el resto de la civilización? Tírate desde un séptimo piso de cabeza. O si prefieres algo menos irreversible, las agencias de viajes ofrecen algo llamado turismo rural. Una alternativa sana al azufre y CO2 de las ciudades, o a la masificación de Benidorm.

La idea lleva unos años funcionando. Coges la casa del pueblo de la difunta bisabuela, le haces una reformita con decoración previa a la Guerra Civil. Para que tenga “autentico sabor a pueblo”. Compras camas, una tele y esperas a que una manada de urbanitas lleguen deseando respirar una proporción de oxígeno en el aire que nunca soñaron en sus ciudades. Y oler a caca de vaca: Parece que el aire de un pueblo es más sano si huele a vaca. Las cosas de la nariz, nos la tapamos en los hospitales porque huele a lejía y aspiramos la mierda de las reses silvestres, con evidente gozo.

Desde el punto de vista del cliente, la aventura comienza cuando cierras la puerta del coche. En el interior, otros cinco amigos, seis mochilas, (¿quién es el listo que ha traído dos?), bocadillos, embutidos y latas en cantidad suficiente para acabar con el hambre en África, Ásia y Portugal. Y botellas, muchas botellas. Unas horas de carretera, y llegas al pueblo objetivo. Al segundo intento tomas el desvió correcto. Admitámoslo, el copiloto no sirve de nada porque está tan distraído escuchando música que pasarse el desvío es inevitable.

Una vez dentro, alguien sugiere ordenar las cosas para que la casa esté más habitable. Ni de coña, después de cinco horas metido en un coche. Toca descansar, y en breve, empezar con la cena y/o el cachondeo. Las comidas tienen su gracia, puedes apostar a que los tipos de la cocina se han reído echando algo poco comestible a la sartén. No pienses en ello. O mejor, recuerda que mañana te toca cocinar a ti. Saborea la venganza. En realidad es posible que estés saboreando aquello de lo que hablaba antes de las vacas, la caca. Dulce es la venganza.

Procura no ser el primero que se quiera ir a la cama. Los que quedan en el salón no te van a dejar dormir ni aunque les des el reloj, el pijama y el teléfono de tu novia. Has traído algodones para los oídos, ¿no? Mala suerte, vuelve al sillón y que siga la fiesta.

Alguien dice:


-Mañana nos levantamos pronto y vamos a dar un paseo al bosque

Un pensamiento que no llegas a expresar en voz alta atraviesa la parte del cerebro que no está sumergida el alcohol. Mira, son las seis de la mañana, y los pájaros ya han empezado a cantar. Si nos acostamos ahora, desayunamos a las tres, llegamos al bosque casi cuando oscurezca. Así que no hay paseo. Con todo, cuatro horas después estás arrastrando los pies por un sendero pre-romano, maldiciendo aquella mierda de civilización que no conocía el asfalto. Cualquier camino atraviesa un rió tarde o temprano y con un poco de suerte, llegas a una cascada bonita donde hacer un alto


- Ver una gran cascada es justo lo que deseaba – comenta un colega

Entre risas, por el
doble sentido de la frase, te das un chapuzón si es verano, o vuelves a casa muerto de frío hasta el gorro de nieve (literalmente) si es invierno.

Convivir unos días con los amigos es genial, los problemas desaparecen, o al menos se olvidan y disfrutas de unas vacaciones. El paraiso tiene que estar formado por un montón de casas rurales adosadas, como los chalets. Y en lugar de vacas, nubes. O nubes con forma de vaca. No, no, no. Una idea mejor: vacas con forma de nube.