miércoles, enero 18, 2006

Dibujos animados

Estaba mirando mis mails cuando he visto una ventanita con publicidad sobre la serie “Érase una vez la vida”. Qué tiempos aquellos en los que los niños pequeños aprendían cosas viendo los dibujos animados. Cosas decentes, quiero decir. Ahora los niños aprenden mucho más, y más rápido. Solo hay que ver que la iniciación en el sexo ahora llega a los 14 años de media. Cuando yo tenia esa edad, las chicas aún eran el enemigo, y nada me producía más placer que montar en bici. La verdad es que tampoco ahora hay nada que me produzca más placer que la bici, pero es por falta de opciones, no de ganas.
Aunque ese es otro tema.

A lo que íbamos, los chavalines no conocen a los gnomos, ni a David el Médico, ni al juez Klauss. Antes veíamos a David el Gnomo curar a un ciervo que estaba jodido de una pata y queríamos ser traumatólogos. Ahora vemos muñecos que se dedican a disparar a los otros muñecos, y por supuesto a los ciervos. Los niños ya no quieren ser traumatólogos. A lo sumo ginecólogos, y es por guarros, no por vocación. Normal, si ven Shin Chan, un enano japo que se toca la cola, con madre alcohólica incluida.

La escalada de violencia llegó con bola de Dragón. Al principio Goku pegaba patadas. Los niños querían imitarle, y pegaban patadas también. La cosa fue increscendo y Goku terminó destruyendo planetas. Por fortuna, los niños no tienen fácil acceso al armamento nuclear, (“mantener fuera del alcance de los niños”, puede leerse en la etiqueta de cualquier cabeza atómica). La imposibilidad de joder el planeta entero, la suplen jodiéndolo a menor escala: destrozan el mobiliario urbano, y hacen el vándalo en general.

Desde que un niño coreano tuvo un ataque epiléptico por ver Pokemon, (eso no me pasó nunca con el monstruo de las galletas), se generó una polémica sobre si los dibujos son violentos. Dijeron que los niños tenían que ver cosas más tranquilas, y crearon la mayor abominación que ha existido en la caja tonta: Los teletubbies, que abreviaremos “TT”. Media docena de muñecos casi tan gordos como idiotas, que repetían una sola frase durante veinte minutos de episodio. Cada uno competía por ser más tonto que el anterior, lo cual no está mal, por generar una sana competitividad en los chavales. Recuerdo haber visto, haciendo zapping, uno de sus capítulos.

El TT-lila introduce una rebanada de pan de molde en la tostadora. Se queda mirando cómo se hace. Hasta aquí todo normal. Empieza a salir humo de la tostadora, y el TT-lila sigue mirando. Cuando aquello está a punto de explotar, TT-lila se pone a gritar y a dar saltos, mientras saltan docenas de tostadas de la tostadora. ¿qué sentido tenía aquello? No me atreví a preguntar, ya que el público objetivo tiene una edad mental de 4 años. Una cosa es saber que eres un crío, y otra reconocerlo delante de tu familia.

Los Lunnis han sido la evolución de los teletubbies. No puedo opinar porque no los he visto, pero hay uno amarillo que tiene especial cara de golfo. ¿Merecen la pena los Lunnis? ¿Y el resto de los dibujos?