jueves, enero 05, 2006

Improvisando en Nochevieja

La última noche del año suele tener un encanto especial. Cena en familia, doce uvas con las campanadas, y fiestón durante toda la madrugada. Uno puede tener muchas expectativas para esa noche, y al final, no cumplirse pese haber pagado un tesoro para entrar en una discoteca.
Así que este año, elamigodeunamigo decidió salir a la aventura, sin ningún plan fijo. Hay que andarse con ojo. En cualquier bar pretenden cobrarte una entrada millonaria. Parece que algunos barmans pretenden vivir el resto del año con lo que te cobran el 31 de diciembre. Tras descartar los antros que frecuento, El Poli, Kasper y otros colegas nos decidimos por unos bares con matones búlgaros en la puerta. Cinco euros por una cerveza, y la posibilidad, (gratis), de un tiro en la cabeza si intentábamos entrar en una sala reservada. El plan iba viento en popa a toda vela, hasta que intenté ir al aseo, esquivando chicos con el traje de su padre, el nudo de la corbata mal hecho, y exceso de alcohol en sangre. Para llegar al meadero, situado en la sala privada, tuve que explicarle a uno de los búlgaros que no pretendía colarme, solo orinar.

- No, no tengo entrada. Solo al aseo. Que yo hago pis y me vuelvo rápido. Sí, sí. Que se lo juro por mis muertos. Eso, feliz año para usted también.

Pero lo mejor de la noche estaba por llegar. A las cinco de la mañana, cuando todos estaban de capa caída, el Turi y su novia, me llamaron para invitarme a una fiesta de estudiantes franceses e italianos. Las cartas estaban echadas, y yo no podía perderme esa mano.

Al llegar, advertí que la proporción de gente que hablaba en cristiano era poca. Algunos directamente no hablaban, sino que dormían la mona tirados en un sillón. Me presentaron a Dominic, el que montaba el jolgorio en su casa. Por su aspecto, podría decirse que pertenecía a algún tipo de asociación antiglobalización. Barba de varios meses, gafas de pasta, y camiseta del revés para marcar estilo, según decía. Dudo que el pobre conociese a la mitad de las personas que estaban destrozando su casa. La verdad es que el destrozo y la mierda que había sí que eran globales.

Tras eso, una veintena de nombres en distintas lenguas y dialectos, y un par de free vodkas para empezar el año con resaca. Turi había bautizado a un italiano como Miguel, porque era incapaz de entender su nombre en una sala de baile, (habitación de baile), en la que nadie que tuviese aprecio a sus tímpanos bailaba. Miguel se perdió, o lo perdieron, eso importaba poco. Porque en Nochevieja todos estamos perdidos, se mire como se mire.

Lo importante es no perderse al volver a casa. Si dejas el vodka una hora antes de tomarte el chocolate con churros, bien. Si no, estás jodido. Los últimos avances científicos han demostrado que el vodka reacciona químicamente con el chocolate con churros. Chernobil no fue nada comparado a la explosión que puedes tener en el estómago.

Y el día uno de enero, a dormir hasta las seis de la tarde. Por cierto, felices Reyes Magos.