lunes, diciembre 26, 2005

Felicidades por Navidades

Ah!, la Navidad. Ya casi la había olvidado. Una época en la que la gente es necesariamente feliz. Tantos regalos, vacaciones, comidas, reuniones y encuentros, necesariamente tienen que acabar con nuestro sufrimiento cotidiano. ¿O no?

La carrera por las compras comienza. Llegas a los grandes almacenes con las ideas claras: corbata para tu padre, y colonias para las demás. Nada de ideas estrafalarias, como los bombones del año pasado. Después del roscón de reyes, ni a Dios le apetecían, y se los comió el perro. Así que, decidido. Una corbata y a tomar por culo.

En la planta de caballeros, pasas por delante de trajes de 1500 euros. ¿Un caballero lleva un traje de mil quinientos mortadelos? Pensaba que llevaban armadura y espada, y liberaban a las princesas de los dragones. Los de los trajes caros, no son caballeros, son estafadores, que no es lo mismo.
Pues bien, como decía, te acercas a las corbatas, sabiendo que te tienes que llevar una. Hay corbatas de todos los colores y sabores. Desde la negra de enterrador, hasta las horteradas naranjas y rosa. A tu padre no le vas a llegar con una corbata del pato lucas, y tampoco con la naranja y rosa. Esa de ahí roja estará bien...

Pero no has contado con la vieja que tenias junto a ti. Ella también quiere la roja, e intenta cogerla. Demasiado tarde, abuela. Inténtelo el año que viene, si sigue en este mundo. Pagas con tarjeta, que duele mucho menos, mientras notas en la espalda la mirada de la vieja-sin-corbata.
Con los perfumes es más fácil. Tienes el nombre apuntado en el bolsillo, pero las chicas de perfumería no lo saben, y dejas que ellas te intenten vender el más caro. Cuando te has aburrido de mechas rubias y sonrisas perfectas, te llevas el que querías. Letras en francés por toda la caja (O´de tualet pug femme), y envasado en San Fernando, provincia de Cádiz. Hay que joderse, en pleno siglo XXI, y seguimos dando más valor a las etiquetas que no sabemos entender.


Ya hablamos de las comidas en otra ocasión, pero hay que añadirle el turron extra. De postre, uvas de la suerte. Doce, como los apóstoles, y como las horas del reloj. No os atraganteis, que el año tiene que empezar bien, y no en la sala de urgencias de ningún hospital.

En fin, elamigodeunamigo, os desea un buen 2006, mucho más alegre que el 2005. Hasta el año que viene.