martes, septiembre 13, 2005

Eventos familiares

Cada cierto tiempo, en todas las familias ocurren ciertos sucesos que provocan la unión y el reencuentro de sus miembros. Para algunos es un trauma, para otros, la mejor manera de dar por culo a los demás enseñando el BMW nuevo. Me refiero, cómo no, a las comuniones, bodas y bautizos. Los funerales, por ser menos festivos que los anteriores, los dejamos para otra ocasión.
El guión es casi siempre predecible. Uno se levanta un sábado de resaca, se enfunda en un traje, y pone rumbo a la iglesia. Es importante mentalizarse de la cantidad de gente que vas a tener que saludar, y conviene ir repasando mentalmente el árbol genealógico. Qué menos que recordar cómo se llama tu abuelo. En mi caso, los nombres se me dan bien y no es necesario. Al llegar a la puerta, cinco o seis personas en tu misma situación se esfuerzan en mantener el tipo. El resto, hasta completar la centena, están disfrutando como enanos. Ves llegar a una de tus tía-abuela, o abuela-tía. Da igual: intentas una maniobra evasiva sin éxito. Te caza por banda y comienza a hablar:


-¡Ayyyy, pero mira qué mayor que está! ¡Hay que ver lo que has crecido!

- Muchas gracias, tía Nemesia.
Justo cuatro palabras. Con un poco de suerte conoce al tipo del traje verde y se pone a charlar con él.


- ¡Ayyyy, pero qué barba te has dejado! Pareces más mayor

- Bueno, quizás un poco.

La cagaste Burt Lancaste. Ya sabía yo que aparecer con barba de un mes no era buena idea. Por lo menos, hemos conseguido otra respuesta de cuatro palabras. Entonces todo el mundo entra en la iglesia, y tu te crees salvado de lo que sin duda era un castigo divino.
Lo que ocurre dentro ya lo conocéis. ¿Aceptas a Menganito como legitimo esposo aunque se halla ido de putas en la despedida de soltero, y tú a Perenganita, que ayer se corrió una juerga con tres boys? Ambos dicen que sí, pero que deprisa que en el restaurante les van a poner mala cara. Después un piquito a la novia, que delante hay gente. Al salir, apretones de manos, enhorabuenas, granos de arroz en los ojos, y niños corriendo y haciendo el cabra, hasta que desgarran el traje que su mamá les ha comprado por una pasta, o hasta que su padre les da de hostias.
Si eres hábil y tienes mucha suerte, en el restaurante te sientas con tus primos, que están igual de cansados que tu. A mí me toca siempre con la tía Nemesia

-Ayyyy, si es que la ultima vez que te vi eras un renacuajo!
- Ya sería menos, tía - Uf, sigo casi digo la quinta, pienso.
- Que sí, que sí, me acuerdo de aquella vez que fuimos a...

*******DESCONECTAR******

Mientras asientes mecánicamente, empiezas tu batalla personal con el camarero. Si te comes todo lo que te ponga en el plato, ganas. No eres un novato. Has venido sin desayunar. Después de ocho bandejas de gambas, setas, jamón y canapés, tienes ganas de vomitar. El vodka de anoche, que aun está en tu estómago, se une a la fiesta. Cuando crees haber terminado con todo, llega el camarero, y te pregunta,

- ¿De segundo, desea tomar carne o pescado?
- ¿De segundo? ¿Cómo coño cuenta usted? Querrá decir “de noveno”, porque la ocho bandejas de comida no eran escasas. - murmuras. - ¿Perdón?
- Emmm... carne

Inevitablemente, el camarero gana. Con un gran dolor en el estomago, ves como el tipo del traje verde se levanta a echar la papilla, borracho como una cuba. Sonries, y te preguntas: ¿Son todas las bodas así? ¿Se callará la tía Nemesia?

Imagino que vosotros habreis estado en algun momento parecido. ¿Teneis experiencia en bodas/bautizos? ¿qué debería de haber hecho para callar a Nemesia?
¡Ayyyy!